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sábado, 8 de junio de 2013

Hoy este bonito proyecto cumple tres meses


  Cuando publiqué mi primera entrada  el 8 de Abril no pensé que me fuese a dar tantas alegrías y que se convertiría en algo tan importante para mi.  Ese lunes pensé que sería difícil que alguien supiese de mi existencia en un mundo tan saturado de información como Internet.  Pero gracias a muchos visitantes anónimos (y a un maravilloso invento que se llama contador de visitas) comprobé que mi blog era visitado. Recuerdo cuando marcó 27 visitas, me pareció toda una muchedumbre jeje, veía los contadores de otros blogs cuando los visitaba 500.000, 123.000, 241.000, pero yo estaba súper orgullosa de mis 27. Eso me animó a seguir colgando más entradas y así llegasteis vosotras:

Marli, Alicia, Deny,  Maribi, Amparo, Carolina, Begoña, Morixe, Rose y Mavi

  Si con 27 visitas me alegré imaginaros cuando vi que alguien se decidía a seguirme y cuando leí vuestros comentarios, por eso hoy quiero agradecéroslo especialmente a vosotras diez. Quiero haceros partícipes de mi alegría,  mandaros una enorme sonrisa y un abrazo. Agradeceros que hayáis sido generosas con vuestro tiempo dedicándome unos minutos y unas palabras cariñosas.

  En Agosto del 2011 me rompí, tanto física como psicológicamente. Este edificio que es mi cuerpo, me iba avisando desde hacía años, pero por distintas circunstancias seguí adelante ignorando sus señales, hasta que la estructura cedió del todo y el edificio cayó. Ahora estoy en período de reconstrucción. En esta fase trato de centrarme  en todo lo que aún puedo hacer (para qué pensar lo que no), intento descubrir formas de invertir el tiempo de forma constructiva, edificante, pero sin que me suponga esfuerzo físico y aquí es donde me reencuentro con el ganchillo.

  Cuando era niña mi madre trató de enseñarme algunas cositas básicas:  punto de cruz, vainica, un par de cosillas a dos agujas y el punto bajo a ganchillo, pero yo era muy impaciente y mis tejidos tenían siempre unos agujeros enormes, a mi no me importaba, miraba a mi madre y le decía toda contenta:

-         - Mira amá he hecho ojales, ahora le podemos poner botones.

  Con el punto de cruz podéis imaginar…. No había forma de que me salieran dos de aquellas dichosas equis iguales. Pero lo peor, sin duda lo peor con diferencia, era mantener el culo pegado a la silla y es que yo no podía parar un minuto quieta. Como no podía ser de otra manera mi madre se dio por vencida. Imaginaros su sorpresa cuando 27 años después (el año pasado) y sin previo aviso le llevo como regalo unos cojines para el sofá hechos por mi. La pobre mujer no podía creerlo. Tuvo que verme tejer para creer que los había hecho yo. Cómo se reía mirándome. No paraba de decir: No me lo puedo creer.

  Pero claro la vida me ha dicho que me toca estar quieta y a ver quién es la guapa que se lo discute. Bueno, no pasa nada, ya le he buscado la vuelta y he encontrado la forma de estar activa, porque entre decidir qué voy a confeccionar, buscar lo que necesito para hacerlo, confeccionarlo, publicarlo, visitaros y hablar con vosotras, preparar los vídeos, el taller para niños y alguna cosa más el tiempo vuela y mientras, las obras van despacito para adelante y la reconstrucción avanza de forma muy positiva.

  Así que una vez hechas las paces, mis manos con el ganchillo y mis posaderas con el asiento, espero que esta nueva relación dure mucho tiempo y que vosotras podáis ir comprobándolo.

Un besote muy gordo y cariñoso para cada una de vosotras

Aquí os dejo alguna foto mía con unos 5 años y del lugar en que me crié. 




Con estos alrededores, tanto monte para correr y explorar ¡cómo iba a querer estarme quieta sentada! jeje